Sí, tenemos que confesarlo. Tenemos miedo de que alguien vea una de nuestras dietas y se le ponga cara de póker.

Nos explicamos.

En algunas ocasiones, los hábitos alimentarios de algunos pacientes están tan alejados de las recomendaciones que proponerles una pauta semanal perfecta (100% saludable) podría ser contraproducente, ya que conllevaría un esfuerzo demasiado grande y un elevado riesgo de abandono.

Con unas recomendaciones demasiado alejadas de la realidad actual, el paciente no estaría aprendiendo a mejorar sus hábitos sino que estaría “haciendo dieta“, con las graves limitaciones que eso supone.

¿Qué hacemos entonces en estos casos? Trabajamos con recomendaciones intermedias. Sabemos que las personas obtienen un mayor éxito cuando se comprometen con objetivos a corto plazo que han escogido por ellos mismos. Así pues, pactamos conjuntamente pequeñas metas para ir acercándonos paso a paso cada día un poco más a lo ideal, es decir, a lo que sería el objetivo final. Este modo de proceder permite al paciente aumentar su confianza en el logro y los pequeños éxitos logrados por el camino alimentan a la vez su motivación al cambio.

Para establecer estas metas intermedias o a corto plazo es necesario mantener algunas prácticas alimentarias poco recomendables durante cierto tiempo. Es por ello que a veces se pueden encontrar algunas  “irregularidades” (aparentemente…) en nuestras pautas alimentarias como por ejemplo:

Menús que no cumplen las recomendaciones saludables

Típico caso de alguien que apenas come fruta. Podríamos recomendarle desde el inicio que empiece a consumir 3 frutas al día, ¡pues claro que sí! ¿Y cuánto le va a durar el sacrificio, si es que empieza?

En estos casos es más efectivo que empiece consumiendo 1 pieza al día y, cuando este hábito esté afianzado, ir incrementando hasta alcanzar las recomendaciones (por cierto, ¡3 al día como mínimo!). La experiencia nos dice que esta TRANSICIÓN acostumbra a darse de forma natural.

Al reducir el consumo de alimentos procesados con sabores extremos (dulces o salados) van surgiendo espacios para la fruta, el paladar se acostumbra a sabores más naturales y la sensación de bienestar experimentada fomenta su consumo hasta afianzar el hábito.

Recomendaciones que incluyen el consumo de alimentos nada recomendables

¿Qué hacemos cuando un paciente llega a consulta y nos traslada que come a diario alimentos insanos como, por ejemplo, galletas, cereales de desayuno, patés, mermelada, embutidos, zumos, chocolate…?  Podríamos decirles de entrada aquello de “TODO ESTO LO TIENES PROHIBIDO”. De hecho, es lo que todos esperan de nosotras.

Lo que hacemos en estos casos es PACTAR.  Por ejemplo, en el caso de que alguien desayune cada día 2 madalenas, podríamos pactar reducir a 1 madalena diaria o reducir este hábito a 2 días a la semana o cualquier otra solución que el paciente escoja como la más fácil para él. Esto nos lleva a entregar por escrito recomendaciones del tipo: “bollería 2 veces a la semana”. Claro, lo ideal sería nunca, pero no nos ayudaría a conseguir nuestro objetivo a largo plazo.

Pretender cambiar hábitos que llevan años repitiéndose de la noche a la mañana puede ser frustrante y acabar por hacerte abandonar el barco.

Menús adaptados para mantener hábitos semanales muy arraigados en el núcleo familiar

Viernes de pizza, película con niños y palomitas, sofá y helado, domingo y pastelería, cervezas y noche de fútbol, vermut de fin de semana… ¿os suena?

Hay dos formas de afrontar estos excesos:

  • Adoptar la mentalidad dieta y prohibirse seguir disfrutando de este hábito. Con un poco de suerte, conseguiremos mantener este cambio durante un tiempo, pero a la larga está condenado al fracaso por dos motivos: mientras dure el paciente se sentirá desgraciado y tarde o temprano dejará la dieta y retomará el hábito tal cual lo dejó.
  • Modificar el hábito para hacerlo más saludable sin renunciar al momento, a la tradición y a la libertad de escoger.

Por si no es evidente, nosotras trabajamos con la segunda. Por eso, en nuestras pautas alimentarias  se pueden encontrar algunas comidas sorprendentes aunque mejoradas respecto a la habitual. Algunos ejemplos de acuerdos alcanzados con algunos pacientes:

  • Una pizza entera > Media pizza más ensalada
  • Palomitas de bolsa > Palomitas caseras
  • Vermut y patatas de bolsa > Vermut y berberechos
  • 3 cervezas > 2 cervezas sin alcohol

La prohibición no es siempre el mejor camino para alcanzar el éxito. A veces és mas importante mantener la ILUSIÓN.

Como podéis deducir, el proceso de cambio de hábitos se realiza, habitualmente, PASITO A PASITO y su duración varía en función de la capacidad de adherencia de cada persona. Es por eso que las primeras pautas pueden parecer “poco ideales” pero con el tiempo irán EVOLUCIONANDO hasta llegar a dibujar un patrón saludable.

Cabe mencionar que, mientras que hay pacientes que necesitan meses o años para realizar esta transformación, hay otros que hacen el cambio de un día para otro porque así lo prefieren. TODO ESTÁ BIEN. Todos somos diferentes, lo importante es que cada cual encuentre SU modo.

En resumen, en consulta trabajamos principalmente con el cambio de hábitos alimentarios como base para cualquier objetivo nutricional, ya sea ganar peso, perderlo, tratar una enfermedad o prevenir su evolución. Cuando el cliente lo requiere, le diseñamos una pauta alimentaria adaptada a sus necesidades, sus hábitos actuales y preferencias y tradiciones.

Por eso, si alguna vez cae en tus manos una dieta Think’Eat y ves pautado cada día un donut para merendar, no pienses “¡Vaya dietistas!” sino “Seguramente antes hacía 2”.

 

Think’Eat

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